Los músicos clásicos tienen un elevado riesgo de padecer pérdida de audición, tal y como da a conocer un estudio realizado en Finlandia entre estos profesionales. Además, revela que el 15 % de dichos músicos sufre tinnitus permanente, en comparación con el 2% de la población general. Al mismo tiempo, el 43 % de los participantes han coincidido en señalar que tienen hiperacusia o alta sensibilidad al sonido.
Otros problemas que también se han asociado con esta profesión son las dificultades para oír en una conversación normal, el sufrir distorsión –oír el sonido como distorsionado cuando alcanza un determinado nivel– o el percibir una diferencia significativa en la selección de frecuencias entre ambos oídos, lo cual produce interpretaciones distintas en cada uno de ellos (diploacusia).
Estas dificultades se agravan cuanto mayor es la antigüedad del músico en la orquesta. Los que llevan ejerciendo pocos años manifiestan menos problemas auditivos que los que superan la década sobre los escenarios, independientemente de la edad que tengan.
¿Cómo afectan estas alteraciones a un músico en su día a día?
Así pues, el entorno laboral de un músico se puede considerar como «muy ruidoso». Un contrabajo, por ejemplo, puede alcanzar los 83 dB, y la flauta o los instrumentos de percusión producen hasta 95 dB. Estas cifras superan, por tanto, el límite máximo de exposición diaria al ruido establecido por la Unión Europea en un valor de 87 dB en el ámbito laboral. Si estos niveles de ruido no pueden reducirse, la normativa dispone que se deben proporcionar protectores auditivos a los trabajadores para proteger su salud auditiva.
Con estos datos objetivos no es de extrañar que el 83 % de los músicos considere que su trabajo es estresante. Aquellos que padecen un daño auditivo son tres veces más propensos a sufrir estrés, según este estudio. También los acúfenos aumenta en cinco veces la incidencia de esta dolencia y la hiperacusia incrementa esta probabilidad hasta nueve veces.
¿Se podría evitar esta pérdida auditiva?
Si no en su totalidad, sí en parte, e incluso retrasarla al máximo. Bastaría con tomar algunas medidas de protección básicas como:
- Proteger el oído con tapones que puedan atenuar el ruido pero a la vez permitan a los músicos una audición totalmente nítida y precisa en todas las frecuencias. El uso de este tipo de protecciones puede reducir entre 15 y 25 dB el sonido
- Disminuir el nivel de sonido emitido por cada instrumento usando sordinas adecuadas para instrumentos de cuerda o viento
- No acercarse demasiado a los amplificadores durante los conciertos y guardar una hora de reposo auditivo por cada hora de ensayo
- Revisar periódicamente la audición y visitar a un especialista ante cualquier síntoma que pueda alertar de un posible trastorno
No solo lo sufren los intérpretes de música clásica
Son muchos y muy variados los músicos que han confesado sufrir algún problema auditivo después de una dilatada trayectoria musical.
Brian Jhonson, cantante de AD/DC a sus 68 años ha reconocido sus problemas auditivos como consecuencia de no haber protegido sus oídos.
Josele Santiago, vocalista y guitarrista de «Los Enemigos» se ha quedado completamente sordo del oído derecho.
Más conocido es el caso de Phill Collins que en 2011 anunciaba su retirada de los escenarios a causa de su progresiva pérdida auditiva que le impedía seguir componiendo y cantando.
También Eric Clapton declaró que lleva más de 10 años conviviendo con un silbido permanente en sus oídos y reconoce que ha sido su excesiva exposición a elevados índices de sonido, lo que le ha llevado a desarrollar una patología muy común en este gremio.